Alguna vez fui feliz

Publicado: 11 junio, 2016 en Sin categoría

 

“Nacemos tristes y morimos tristes

pero en el entretiempo amamos cuerpos

cuya triste belleza es un milagro”.

Mario Benedetti.

 

Alguna vez vi sus ojos cafés y eran la mayor alegría de mis días, me escabullía entre sus brazos para quedar atrapada en su pecho, y era feliz. La felicidad consistía en sentarme a su lado y tomarlo de la mano, de besarle, de verlo reír, pero la felicidad nunca es eterna, es voluble, se modifica según las situaciones que nos rodean y mi situación actual, es todo lo contrario a feliz. Claro, tengo amigos, mascotas y una familia que me ayuda a llevar mi día a día de manera más o menos alegre, pero hay cicatrices que no sanan y él, es una de ellas.

No contaré nuestra historia, eso me haría destrozar mis sentidos de nuevo, pero la verdad es que nunca conocí lo que era amar realmente a una persona hasta que le conocí, incluso amaba sus estupideces, y vaya que eran bastantes, pero querer tanto a una persona te vuelve vulnerable, manejable y muy tonto.

Ahora llevo medio año en soledad, sin sanar, me he acostumbrado a mis días y hasta cierto punto los disfruto, pero hay una parte de ellos que se empeña en lastimarme y es la parte que se ha ido: sus llamadas, sus mensajes, sus fotografías y la espera de su llegada. Esa etapa se ha ido, y no volverá nunca.

Nuestra ruptura corrió por mi cuenta. Yo, una persona extremadamente organizada, con horarios estrictos, una agenda que se revisa continuamente, despertadores programados a horas estratégicas y actividades previamente planeadas; no pude soportar una falta, una sola, bueno, en realidad soporté muchísimas, dos años de faltas continuas, de impuntualidad, de retrasos y de enojos de mi parte. Llegábamos tarde al cine, al restaurante, a la casa de sus padres, a mi casa, me hacía llegar tarde a las clases en el colegio, pero hubo un evento que destruyó mi paciencia, un evento que era el más importante para mí, en donde tendría juntos a los dos hombres más importantes dentro de mi familia elegida: él y mi mejor amigo.

Ese evento se suscita una vez al año, lo espero con ansias, pero él no llegó, me quedé sola sentada en la alfombra esperando que me dijera que ya estaba en el estacionamiento, pero no fue así, en su lugar apareció un mensaje diciendo que no asistiría, un mensaje que apareció tras cinco horas de lenta espera.

Cada que repaso ese momento vuelvo a sentir la textura de esa alfombra azul, veo al mundo que de pronto se queda callado, pausado, estoy sola esperando a alguien que no aparecerá, que me había prometido asistir, y le importó nada su promesa, que para mí lo era todo.

Recuerdo a mis amigos preguntándome la razón de mi seriedad, mencionando que alguien me llamaba por teléfono, que si no pensaba contestar. Ese alguien era él, quien intentó enmendar su daño recogiéndome del evento doce horas después de cuando, se suponía, debía llegar.

Total, decidí no responder la llamada y viajar apretada durante una hora en dos autobuses que me dejarían cerca de mi hogar, después de abrir la puerta colapsé, no lloré, pero recuerdo que me sentía débil, seguía en la espera de un “perdón” que aún no consigue dar con mi dirección.

Pasaron varios días y él seguía sin aparecer, hasta que decidí que no podía vivir al lado de una persona que desconoce el significado de “compromiso” y “promesa”, gracias a eso ya no creo en las promesas y soy más adicta a los compromisos.

Seguro ahora te preguntas ¿En dónde está la parte que te hacia feliz? Pues no estuvo en ese evento, pero estuvo en un espacio de mi vida en el que conseguí lo que deseaba.

Él fue como un premio Nobel para mí, difícil de alcanzar, sobre todo para una chica que sale completamente de sus estándares de belleza, una chica con cachucha para ocultar su cabello sin peinar y con tenis para alcanzar a correr si el camión viene en camino, en comparación a aquellas que saben todas las tonalidades de los colores y sabores de los maquillajes, porque me acabo de enterar que algunos tienen sabores.

No fue amor a primera vista, ni a segunda, es más, ni a tercera, más bien, fue amor a primer beso, ya saben que es difícil dejar a dos jóvenes solos dentro de un lugar cerrado sin que intenten transmitirse cierto calor, o energía, pues eso nos pasó, estábamos en un lugar cerrado, solos, cuando él me abrazó y decidió que era buena idea darme un beso, pero, a decir verdad, fue pésima.

Fui atenta, cociné, le hacía pláticas interesantes sobre temas controversiales en la sociedad actual, hasta les caí bien a sus padres, y por fin cayó. Apareció una notificación en Facebook donde me pedía aceptar una relación con él, ya sé, desde ahí debí suponer que algo estaba mal. Bueno no, debí suponer que algo andaba mal cuando me enteré que leía literatura juvenil, ahí debí tomar un avión que me llevara lejos, pero no lo hice, más bien: me enamoré.

Me gustaba salir a caminar, a cenar, a correr, quedarme en su casa a jugar videojuegos, ver películas, quedarme a dormir. Amaba todas nuestras actividades, hasta amaba que llegara tarde y se levantara enojado siempre, lo único que odiaba era su falta de comida en el refrigerador.

Ahora somos distantes, no volví a ir a su casa, no volví a abrir su refrigerador y definitivamente no volví a dormir a su lado. Lo he superado, a tal grado que si se ofreciera la oportunidad, la rechazaría. La rechazaría por una simple razón: ya no está. Muchas de las veces nos aferramos a cosas que deben irse, él, sin duda, debía irse, para siempre, dejarme sufrir, llorar y desear no despertar al día siguiente para que entendiera el verdadero significado de una compañía incondicional, de esas que no existen y por eso todos terminamos solos.

No tengo claro si mi fatalismo viene en el paquete del duelo, pero por el momento es de lo que vivo a lo largo del día, con una negatividad que se alberga en mi cabeza y no sale, me la creo tanto que el mundo llega a conspirar en mi contra.

Debo confesar que no fui la mejor pareja del mundo, aunque por lo que escribí anteriormente pareciera que sí, sufro de una necesidad de compañía que me convierte en un monstruo obsesivo en todas mis relaciones, con necesidad de mensajes e información, además que tengo la tonta idea de que tus parejas suelen ser tus mejores amigos, error, ellos no quieren ser tu mejor amigo, quieren ser tu pareja. El lado bueno de esta parte es que tengo un mejor amigo, y tiene por obligación soportar todos mis dramas y problemas existenciales, porque es su única chamba como mejor amigo.

De un día para otro los celos se volvieron incontrolables, a causa de su manera de ser, un chico coqueto por naturaleza con una fila de chicas, sin mucha materia gris, desfilando detrás de mí, y pues yo solo tengo tenis en mi armario. Comencé a conocer gente, sobre todo hombres, de mi mismo ámbito laboral, cosa que lo convirtió a él en otro monstruo de celos. En pocas palabras éramos dos monstruos de celos, pero estaba bien, porque eso significaba que nos queríamos, o al menos eso quise entender.

Pasaban los días y cada vez nos molestábamos más, peleábamos más y llegamos al peligroso ciclo de terminar y volver, todo por obsesivos idiotas que no saben dejar ir lo que tiene que soltarse, pero al final del año, ese día llegó, nos despedimos en la puerta de entrada de mi casa, mientras lágrimas escurrían por mis ojos, yo me fui con la esperanza de que volvería a verlo, a su sonrisa, a sus ojos cafés, a su cabello negro, supongo que esa esperanza ahora duerme al lado de alguien más, o simplemente decidió alejarse y ser libre, como yo ahora.

Ahora me levanto, preparo el desayuno, salgo a mis deberes o a los no tanto, vuelvo y duermo, hago todo de la misma manera que lo hacía antes, pero sin él en mi vida, quizá con el paso del tiempo llegué otro él, y todas estas palabras pierdan su valor, quedando solas, tristes, vacías; como cuando él subió a su auto y se fue llorando tras decirle que lo nuestro había quedado en otra conjugación.

 

 

Carta a un suicida

Publicado: 9 junio, 2015 en notas al viento.

Hola, sé lo que piensas, lo que sientes, hasta sé que ahora me estás juzgando diciendo que no lo sé, que no te entiendo, que nunca te entenderé, pero la verdad es que entiendo más de lo que tú crees.
Te cuento, hace alrededor de siete años me diagnosticaron depresión, sí, diagnosticada por «profesionales», yo era solo una adolescente y me cayó como bala entre los ojos, pero seguí, yendo a terapia, ignorando mi depresión, que claro empeoraba cada vez más. Cada situación, por minúscula que fuera me hacia sentir mal, me ponía triste, o contenta, pero normalmente te pone triste, incluso las cosas que se suponen deben ser felices no lo son, no las disfrutas, lloras en silencio, y finges estar disfrutándolo, tus manos tiemblan, la garganta se cierra y de nuevo te sientes vacío, solo.

La gente no lo entiende, te juzga, te señalan, y dicen que dejes de llamar la atención, muchos te llaman raro, o «especial»; hasta llegas a parecer una persona muy fría, porque te has acostumbrado no demostrar nada, porque siempre estás triste.

Crees que todos quienes te rodean te tienen lastima, que hablan contigo porque les pareces inútil, aquella chica, o chico que camina por ahí sin ser nadie, sin ser nada, que «necesita amor» pero nadie te lo da, pareces una persona tan seca, tan fría que nadie se te acerca, piensan que no crees en el amor, cuando en realidad crees más que ellos, pero no llega alguien que lo entienda.

Seguro tienes problemas en tu casa, tus padres te juzgan, te comparan, o simplemente quieren que quepas en el molde, pero no es así, eres diferente y ellos no lo aceptan, pero lo peor es que tú no lo aceptas.

Estás mal, eso es claro, día tras día pides no despertar, o tener el valor suficiente para terminar con la tortura, pero no lo haces, sigues existiendo, considerándote un parásito que no puede ni terminar con su vida, una vida que no sirve para nada, por supuesto.

Pasan los días, los meses, incluso los años y sigues sintiéndote igual, se convierte en costumbre, ya es común, la asimilas, no recuerdas lo que es «no querer morir», te conviertes en un ser que trabaja en automático, las cosas comienzan a parecer efímeras y la flojera en tu mejor amiga, la soledad no, porque la verdad odias estar solo, aunque digas lo contrario, y lo estás diciendo ahora, aunque sabes que mientes. (Sí, mientes, acéptalo).

Hace dibujos en los margenes de tu cuaderno, te distraes, las cosas no funcionan, simplemente quieres que terminen para que comiencen otras que también querrás que concluyan, que pase el tiempo, quizá y algún día todo cambie, porque todos te dicen eso, que el dolor no es permanente, que se quita, pero tú sabes que no ha sucedido, han pasado años y sigues sufriendo por las mismas cosas, incluso te dañan esas cicatrices pasadas que la mayoría ya habría superado.

Te encanta el pasado, vives amarrado a él, lo recuerdas diariamente, te haces daño con él, y te encanta hacerte daño, te encanta sufrir, lo disfrutas, porque quizá de esa manera sientas algo, algo que te haga sentir vivo.

Pero déjame decirte algo, el dolor puede desaparecer y no necesitas a nadie que te limpie la cabeza, o a un amor que te ayude a «juntar las partes rotas», tú eres ese alguien, tú mismo puedes quitar ese dolor que tú mismo te produciste ¿Cómo? muy fácil: deja de lloriquear.

Llevas años comportándote como un idiota, sin disfrutar aquellas cosas que te encantan solo porque tú no quieres, porque existe algo en este mundo que conspira en tu contra y no te deja ser feliz, pues déjame decirte que ese algo eres tú.

Nadie, absolutamente nadie es dueño de tu felicidad, ni tus padres, ni tus ex parejas, ni el pasado, ni tú. Si quieres que las cosas cambien tienes que levantarte y hacer que cambien, disfrutar lo que ves, los paisajes, las clases, la comida, dejar de pensar en «estar triste, estar triste, estar triste» «quiero morir, quiero morir, debo morir», pues las cosas no funcionan de esa manera.

¿Cuesta? por supuesto, y mucho, yo llevo más de 3 años intentándolo y por fin comienza a dar resultado y sabes qué cosa me funcionó: la completa soledad. NO tener a nadie te ayuda a dejar las cosas claras, pero completamente solo, en un lugar que no conoces con gente que nunca te ha visto, solo así, descubrirás lo que es estar preocupado por tonterías tan efímeras como que la chica de la escuela se viste mejor que tú.

Abre los ojos, la felicidad está ahí, búscala, y con valor y fuerza, la encontrarás, estoy convencida, pero por favor, deja ya de lamentarte, así nunca se irá.

Seguirás sufriendo, habrá cosas que seguirán doliendo, personas que te seguirán traicionando, amores imposibles, muertes, accidentes, pero habrá también risas, chistes, sarcasmos, conciertos, música que te hará saber que no todo es tan malo… a veces.

Intenta ser feliz, no por ellos, por ti. Verás que podrás hacerlo y te va a gustar.

Atentamente: una chica que fue suicida.

Suma y resta

Publicado: 24 abril, 2015 en Sin categoría

Lejos

Publicado: 24 abril, 2015 en Sin categoría

La verdad es que no estoy segura de lo que quiero decir.

Han pasado ya tres meses y a pesar de no sentir que la distancia nos afecte, hay otras que sí. En mayor parte, el tiempo; nos está destruyendo, tú siempre estás en tu mundo y a pesar de que intento colarme en él, quizá por las fallas tecnológicas de nuestro país, o por la incapacidad humana (especialmente del hombre), para realizar varias cosas al mismo tiempo. No te confundas al pensar que me molesta que dediques tiempo a hacer las cosas que te gusta hacer, o que por mera necesidad, realizas día tras día.

No es mentira que las siete horas de diferencia tiene que ver en este asunto, pues nuestro día queda en diez horas para charlar, de las cuales yo paso cuatro como mínimo en la escuela, y las demás en múltiples actividades que quizá no sean de mucho provecho.

Además de esta situación, hay  muchas otras que me han hecho cambiar respecto a mis sentires contigo, y, comenzando por «un inicio», para llamarlo de alguna forma, diré que este tratamiento psicológico me ha ayudado mucho, por fin sé lo que es estar triste sin querer tomar una navaja y crear cicatrices en los brazos, y, puedo pensar con una cabeza diferente.

Voy a intentar no recordar nada de lo que sucedió, perdonarte por todo lo que ha pasado, incluso por casi arruinar mi situación en Europa, y hacer que recortara mis gastos unos $15,000 pesos, que seguro me habrían llevado a algún país a aprender. Claro está, que una parte de mí sabe que me quieres, pero una parte muy profunda de mí, pero estoy segura, que no soy lo que esperabas, tú no debes estar conmigo, debes estar con alguien que te pide esperar una hora en lo que se coloca su máscara, que te hable sobre su color preferido de pinta uñas, y el episodio de gossip girl, y claro, que ame a Christian Gay tanto como tú.

Una vez me dijeron que debía aprender a estar sola, hasta ahora lo entiendo, las chicas como yo deberíamos estar aisladas, en un cuarto lleno de dibujos tristes, películas y panecitos, solas, como estaremos siempre.

Es una verdad conocida que hay algo en ti que me hace desconfiar, siempre me encuentro a la defensiva contigo, pues tienes el poder de destruir cada pequeña parte de mí, pero yo no puedo permitir eso.

Regresando al punto del tiempo, considero importante dejar de buscarte, darte el espacio que necesitas para divertirte y hacer lo que quieras (y sí, me refiero a picar cualquier agujero posible), te gusta y no tendré problema con eso.

Me haces daño, del mismo modo en que me hiciste inmensamente feliz, no vale la pena decir nada. Dedícate a lo tuyo y yo a lo mío, podrás decirme que nos volveremos a encontrar, pero yo espero que no, no merecemos subidas y bajadas.

Estoy cansada de tener miedo contigo, en la espera de tu adiós.

Tumba vacía.

Publicado: 26 enero, 2015 en Sin categoría

Después de tanto leer, de tanto soñar y de tanto pensar, se quitan las ganas de escribir.

Antes de emprender un viaje crees que tus dedos se llenarán de palabras y podrás completar esas noches de insomnio que tanto te consumen, crees que todo será perfecto y no habrá problemas, juras no extrañar a los tuyos, no querer su comida, soportar el frío, el hambre y la tristeza. La emoción por desaparecer es más grande que la realidad, no te das cuenta del sufrimiento albergado en un avión, en un departamento, no recuerdas lo que significar ser la chica más solitaria del campus.

Se me quitaron las ganas de escribir, las ganas de seguir con ese sueño, las ganas de trascender, simplemente quiero descansar, decirle a mi cuerpo que aguante la enfermedad, que sea fuerte al igual que yo al extrañar, al pisar una tierra desconocida, comer una comida insipida y esa moneda tan extraña.

Lo mejor es irme, rendirme, sepultarme.

Un sonido extraño

Publicado: 5 diciembre, 2014 en notas al viento.

Voy a dedicarme a despedirme, a aceptarlo, a decirte adiós.

Después de tanto, por fin lo acepto, no me quieres a tu lado, ni yo te quiero al mio, no nos queremos, sólo no soportamos, somos tan diferentes, tan distintos, tan extraños.

¿Qué puedo hacer? llevo toda la noche pensando y dudo que sea lo mejor, pero es lo más sencillo, tú no hablas, no me dices nada, yo me trago mi orgullo y volteo hacia a ti, pero no puedo más, ambos deberíamos mirarnos, pero tú no quieres, no me quieres.

Cada que escribes, que besas, no soy yo, es ella, lo noto, y me duele, nos duele a ambos, y ya no es justo, no lo vale, alejémonos, igual yo ya me voy, haré esto más sencillo para los dos.

Mientras tú intentas dejar de pensar en ella, yo intentaré dejar de pensar en ti y así, los dos logramos nuestro propósito, sólo que tú tienes más opciones, yo sólo tengo una.

Deberías volver a intentarlo, luchar por ella, dedicarle canciones, llevarla a cenar, caerle bien a sus padres, como lo hiciste antes, sonreirle, besarla, bailar con ella, escucharla.

Yo perdí, lo sé, ya lo he vivido antes, no soy tonta, nunca fuiste mio, eras de ella, tu mente se encontraba con ella cuando eramos uno, al cerrar tus ojos ella estaba frente a ti, y yo me moría de felicidad porque eras tú.

De niña siempre me decían que no llorará, que fuera fuerte, pero no puedo, enserio no puedo, ya te extraño, pero no te preocupes, para eso me voy, para no tener la tentación de correr a tu casa a la 1:36am para verte, para abrazarte, sabré que estás lejos, y a pesar que nos encontramos tan cerca, nuestros destellos brillan a miles de kilomentros de distancia.

Perdí, de verdad pasó, me destruiste, tus silencios, tus miradas, tan falso todo esto, tanta mentira que yo me obligaba a creer, tanta tristeza, en tan poco tiempo.

Adiós amor, ya no quiero escribir, me gustaría que leyeras esto alguna vez, y quizá suceda, cuando yo no exista, cuando mis átomos se detengan, y deje de respirar, cuando cumpla mi mayor sueño, alejarme para siempre, de todos, por siempre.

No hay nadie en casa.

Publicado: 7 noviembre, 2014 en notas al viento.

Perdón por no ser perfecta, por tener cicatrices, por sangrar. Perdón por no ser hermosa, con una cabellera rubia y ojos azules, labios grandes y no usar vestido todo los días, además de combinarlo con unos tacones. Perdón por preferir un libro a un estuche de cosméticos, siento comer carne roja todos los días y usar gafas.

No sabes enserio cuánto me duele  ser pequeña, sensible, por tener ideas completamente contrarias al resto de personas a las que mi círculo encierra, por tener pensamientos tan iguales y tan distintos, por no ser ella.

Lamento querer ser alguien más todos los días, y al mismo tiempo escupo mi reflejo en busca de una distorsión, tal vez, con un poco de suerte, me levante un día y no sea yo, tal vez podría ser tú, o alguien más, mi perro tal vez.

Pero no sucede, siempre soy yo, la misma mujer extraña que hace años dejó de creer en las hadas, que cambio las barbies por un esmalte de uñas color negro, por unos converses y una chamarra con calaveras.

Una chica que esconde sus ojos tras un delineador negro, toma su mochila y se va, pensando en ti, en él, en ustedes, pero nunca en ella, en sus pensamientos ella no existe, murió hace mucho tiempo.

Pensamiento suicida

Publicado: 6 noviembre, 2014 en notas al viento.

Suelen decir que es difícil escribir con el corazón contento, yo considero que se escribe con los recuerdos, con las tristezas y las alegrías que marcan nuestros pasos, cada pétalo caído trae escrita una historia sobre su vientre, cada despedida o bienvenida, cada sonrisa y lagrima, todas nuestras caricias crean una mezcla que queda ahí, palpable para el que quiera verla, a veces, se convierte en una navaja que nos destruye, nos rebana pedazo a pedazo hasta no dejar nada.

Es cierto, es difícil escribir con un corazón sano, sin miedos, sin tristezas, sin amor, pero es más difícil soportar toda esa carga literaria que se guarda en el interior.

Pétalo de azúcar.

Publicado: 21 septiembre, 2014 en Sin categoría

Yo solía tener un nombre, mil recuerdos y una historia por contar, pero ya no tengo nada, quedé perdida en el tiempo, entre las paredes de la sociedad, donde todos hablan y nadie escucha; sin embargo yo sí escuché, y lo que pasaba a través de mi conducto auditivo no eran más que reglas, ni siquiera sugerencias, un manual lleno de normas que te marcan un modelo preestablecido que debes cumplir para encajar, una serie de puntos a los que vendes tu alma, si es que realmente fue tuya en algún momento de tu existencia.

Miremos en retrospectiva, tu nombre lo decide una persona, o dos, según sea el caso, mismas personas que deciden tu alimentación, tu educación, vestimenta, religión, entre otra serie de cosas que en vez de herencia se convierten en castigo.

Los seres como tú y como yo, estamos condenados a pertenecer a algún tipo de categoría, tristemente vivimos dentro de un mundo donde se decide ponerle un nombre a todo, y aunque pareciera que la vida es una serie de grises, la verdad es que todo solo pertenece a dos colores: el blanco y el negro.

A pesar de preservar mis memorias como vídeos que puedo reproducir una y otra vez,  carece de sentido quitar los putos sin haber cicatrizado, cada palabra, cada imagen es revivir el dolor de ser diferente, intentar ser fuerte y quebrarte en pedazos por dentro, es difícil soñar en vida y vivir en sueños.

Parece dramático mi punto de vista del mundo, pero llega el punto en donde el dolor pasa a ser mayor que la fortaleza, que las sonrisas se vuelven miradas perdidas en el horizonte, en caricias al adiós, en suspiros vacíos.

Ahora sólo vivo mecánicamente, sin nombre, sin amigos, sin familia, encerrada en una esfera en el piso quinto con un número de tres dígitos en la puerta de entrada, no soy yo quien sale a trabajar día tras día, no soy yo quien cruza calles sin mirar a ambos lados antes, ni soy yo quien toma el elevador en una serie de edificios, se instala en una caja de cartón llena de papeles, mi yo se quedó en ese parque donde tomé aquel pájaro sin hogar, aquella alma feliz que vio volar a su mejor amigo, quien logro despedirse de lo que más ha amado.

Ahora soy una más, llevo un número tatuado en el pecho, un código que me hace humana, me quedé sin sueños, sin llanto, sin sonrisas, ahora solo camino por ese sendero de piedras que me da estabilidad, ahora mi alma se convirtió en una cifra de cinco dígitos en un banco, cifra que irá aumentando según partan mi ser.

Me destruye tu existencia.

Publicado: 16 agosto, 2014 en notas al viento.

Me cuesta trabajo hablar de amor, creer en su existencia y su perfección infinita, me cuesta trabajo creer y aceptar que lo siento, que en verdad lograste desatar ese lugar en mi, no quiero, más bien no puedo aceptar que perdí. 
¿Qué hago con todo esto? no puedo venderlo ni tirarlo, ni siquiera puedo evitar sentirlo, es algo tan extraño que me siento enferma, me siento extraña, es como si no fuese yo, y ¿Cómo entregarte esto? si te niegas a dejarme sentirlo, dejarme derretir mis sentidos en tus labios, disparar mis besos en medio de tu pecho, ¿Cómo se utiliza este sentimiento? ayudame de una vez a quitarteme de encima, me haces daño, tanto físico como mental. 

Maldita sea, maldigo a todos y a cada uno de tus ojos, de tus labios, tus brazos y tu cabello, maldigo tus palabras, tus poemas y tus besos, maldigo a quien me instaló esas ganas de amarte de manera desenfrenada e infinita, pero maldigo mas a quien no me deja olvidarte, no me deja superarte y volver a ser esa chica triste y fría que se divertía viendote sucumbir ante todas, quiero ser yo, mejor dicho, necesito ser yo.

Mientras las estrellas brillan allá arriba yo muero por dentro aquí, esperando una palabra, un suspiro, una mirada que me haga caer de nuevo, que destruya esa armadura que utilizo ante ti, pero no puedo, me destruye tu existencia.